En Río Preto, Brasil, una mujer tras tener una fuerte discusión con su marido, decidió acabar con el. Como suele decirse, matando al perro, se acabó la rabia.
Lo curioso del asunto, es como intentó acabar con la vida del infeliz esposo: poniéndose veneno en la vagina.
La cosa no llegó a más, porque el avispado esposo, sospechando del cambio repentino en el estado de ánimo de su señora esposa (esta se ofreció a tener sexo con el, nada más terminar la discusión), se decidió a olerle la vagina, notando una extraño olor que le hizo sospechar, así que no culminó el acto, ya que empezó a sentirse mal.
Con todo esto, el buen hombre, tuvo la idea de ir al hospital donde después de realizarle análisis de sangre, descubrieron niveles significativos de veneno.
La mujer, según las autoridades, no ha sido encontrada, y según parece, el móvil, tiene que ver con la separación interpuesta por el marido a causa de la hipertensión de este.
Vamos, en resumidas cuentas: Pelea de pareja, reconciliación con vagina venenosa por medio, marido que olisquea cual perro, y salva la vida in extremis. Para terminar, todo esto responde a una separación, por tener la tensión alta. ¿Alguien da más?
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